Pájaro con alas rotas
Me gusta comparar a los bailarines con pájaros, no sé, tengo esa manía. Siempre será así; bailar para mí es volar. Bailar para mí es sentirme libre. Cruzar el cielo azul a la misma vez que vas de un lado a otro en el escenario, sin rumbo fijo, solo porque sí. Bailar por bailar. Batir las alas, subir más alto, saltar, hacer un grand jeté en el aire y tocar el sol pero sin llegar a quemarte, llegar a la cima sintiendo cada paso, cada músculo de tu cuerpo. Una forma de expresión como quien esculpe, pinta, compone, escribe; Diferentes maneras de decir al mundo que existes, de gritar que estas vivo, de perderte en ti mismo y al mismo tiempo sacarlo todo fuera. La electricidad te recorre el cuerpo de norte a sur y de este a oeste, de pies a cabeza y de derecha a izquierda. Electricidad, sí, que te llena el cuerpo de chispas que te hacen olvidar el dolor de los pies, el cansancio de las piernas y el aleteo de los brazos. Y te dejas llevar y volar y llevar y volar... Aun sin ser el páj