Donde brillan las estrellas
Es raro que hoy la casa esté tan silenciosa. Ni siquiera hay estrellas brillando en el cielo pero sí resplandecen las luces en la ciudad. Y ojalá fuera al revés. Porque el cielo está vacío de estrellas y la luna, menguante, a penas se atreve a asomarse a ver el concierto de las calles abarrotadas de coches. Van Gogh no podría pintar cuadros en esta ciudad sin sueño. Tengo la ventana abierta y, aunque no hace frío, la cierro. Me cansa ver el paisaje monótono de edificios que compiten por ver cual de todos es más alto. Suspiro . Te echo de menos. Aunque eso no es ninguna novedad. Tumbada en la cama cierro los ojos y te acaricio la punta de la nariz con los labios. Te doy un beso detrás de otro. Pero despacito. Que quiero saborear cada centímetro que lleva tu nombre. O por lo menos lo imagino. Porque me gusta imaginarte. Y moldearte en el aire. Qué manía de ser tan escurridizo como el viento. Alargo los brazos para acercarme a ti y no me topo con nada. Ese es el problema. Que oja