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Mostrando entradas de mayo, 2018

Estaciones

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He visto más abrazos tristes en las estaciones de los que me gustaría admitir. Abrazos de personas que se quieren pero que se tienen que separar. Y qué punzada en el lado izquierdo del pecho. Sí. En el corazón. También he visto gente llorar mientras la persona de enfrente le desdibujaba las lágrimas con sus dedos, le acariciaba el rostro y le susurraba que no llorara. Pero hay palabras que por muy buenas intenciones que lleven consigo no calman las tormentas de dentro. Y también he sentido nudos en la garganta mientras alzaba la mano para despedirme de los que me echarían de menos durante un tiempo. Manos en el cristal. Gotas de lluvia deslizándose lentamente. Y más de 3 horas hasta llegar a la rutina. Otra tarde entre Granada y el paso lento de las nubes en el cristal. La nieve que cubría los campos andaluces entre Granada y Almería ha dejado paso a las amapolas que lo inundan todo formando océanos de tinta roja acompañados del verde de las hojas de los arboles y de la hierb

Parar y respirar

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A veces, desde la gran ciudad, se echa de menos parar y respirar. Pero aire puro y fresco de ese que la contaminación de los coches y las fábricas no deja correr por las calles. Y se echan de menos caminos y senderos. En los que te pierdes pero te terminas encontrando. Y se llegan a echar de más las calles asfaltadas y las sonrisas artificiales de la gente.  En ocasiones te insinúan que echar de menos está mal pero echar de menos es inevitable. Que tienes que ser fuerte. Echas de menos aunque seas fuerte. Porque lo eres. Y sabes que has aprendido a ser valiente y a ponerte armaduras aunque otros se empeñen en pensar que sigues siendo delicada como los pétalos de las flores del jardín que hay debajo de casa. Pero echas de menos porque no todos los brazos saben calmar tus tormentas igual de bien Y no todos los corazones laten de la misma manera. Y echas de menos los suspiros y las risas a las tantas de la madrugada entre las sábanas E incluso llegas a echarte de menos a

Granada a mis pies

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Granada a mis pies y yo sintiéndome tan pequeña. La ciudad de noche con las estrellas en sus calles, y en el cielo solo dos luceros brillando tímidamente. La Fortaleza Roja delante que me mira y me deslumbra. No por las luces que iluminan su fachada, si no por su belleza. La Alhambra luce distinta de noche. A estas horas el paisaje verde de sus alrededores no la  oculta y resplandece y brilla como una estrella más en la ciudad. El murmullo de los atrevidos que rondan la plaza que admira a la Alhambra se confunde con el silencio que inunda el mirador. Los ruidos lejanos de la ciudad y del día. El silencio inusual. San Nicolás que durante el día acoge a medio mundo y por la noche solo a las almas perdidas. Una guitarra suena suavemente mientras dos enamorados se besan en un banco. Y vaya espectáculo de luces e Historia se están perdiendo por tener los ojos cerrados mientras bailan sus lenguas. Aunque no les culpo. La magia lo envuelve todo. Y cada cual mira al monumento que qui

Escribir un martes

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Empecé a escribir un martes y hasta domingo no terminé de describirte. O eso pensé. Me creía artista esculpiendo cada línea de tu rostro y versando cada estrella de tu espalda. Y qué tontería...  Si la magia que transmites nunca la podré plasmar con palabras. Hoy vuelve a ser martes y me apetece escribir (como siempre). Teclear palabras es darte los abrazos que no te puedo dar pero que te daré. Claro que te daré. Y sentirte cerca. Hoy es martes y te escribo. En mi mente trazo las líneas de toda tu figura. Y mis manos en tus espalda. Y mis labios que le siguen. Ojalá cuando me abrazas y me dices que no me vas a soltar fuera de verdad. Porque hace frío de noche y las mantas no me calman.Y ojalá fuera tan fácil cerrar los ojos y sentir que estoy entre tus brazos cuando necesito olvidarme de todo. Que no sabes el calor que dan cuando me arropan. Y la complicidad de tus besos en la frente. Que me hacen decirle adiós al mundo. Y la tranquilidad de hundir la cabeza en tu p