¿Qué significan los silencios?
Esta mañana he salido a tender la ropa y, parada delante de una camiseta azul, me he puesto a reflexionar sobre lo pequeña que me sentía en el patio de luces de mi edificio. He mirado hacia arriba y he sentido cómo el techo azul celeste y las paredes altas y vigorosas de los edificios colindantes me engullían en la inmensidad de un espacio negro. El cielo estaba despejado pero la sensación era de un día muy nublado, el instante previo a la lluvia. Y de repente, de forma paradójica, solo escuchaba silencio.
No era capaz de escuchar ni el viento que bailaba entre las sábanas que estaban ya tendidas. Me ha parecido extraño. ¿Cómo puede ser que en una ciudad tan grande haya un silencio tan ensordecedor? Entonces me he preguntado si el silencio lo llevaba yo por dentro, porque era consciente de que la ciudad estaba viva. De hecho lo está, todos los días hay desfiles y las calles están adornadas con flores de todos los colores. La ciudad está gritando y yo no la escucho. O no soy capaz de hacerlo.
Me he preguntado entonces por los lugares donde escucho ruido. No son lugares físicos solamente. Hay momentos llenos de ruido en brazos de personas, en pensamientos, en miradas furtivas. He pensado incluso en el ruido y en la tranquilidad de un hogar que se rompió hace unos años. Vuelve a ser una paradoja pensar que es hogar un espacio que la retina solo capta el intento de encajar piezas que no se entienden entre ellas. Entre los pedazos que una vez fueron silencio para mi aun queda ruido. Me viene a la mente el sonido de las patitas de mis perras correteando por toda la casa; los besos de mi madre por toda la cara. Eso es ruido.
El ruido del recuerdo rebota en mi mente y lo siento como cuando recibes una caricia con los ojos cerrados y sonríes sin querer. Pero una sensación de frío, del viento que no suena, me hace volver. Vuelvo al patio lleno de ventanas que miran hacia a mi. No me siento observada, me siento sin más. Cuando he terminado de tender he vuelto a la cocina y he terminado extender la masa en la bandeja del horno. Las galletas me han quedado ricas pero la textura y el sabor eran diferentes a las otras veces. Luego en la ducha he pensado en las versiones que he tenido de mi misma, como las galletas, y he pensado en cuál de todas me he gustado más. Me gusta más la versión que escucha ruido y me da miedo la versión que se vio hace unos años en el silencio negro de una habitación llena de gritos y lágrimas.
Me pregunto qué significan los silencios. A veces los silencios están bien. Pienso cuando abrazaba a esa persona y no me importaba el silencio, estaba cómoda y feliz. Pienso cuando el ruido de los gritos atravesaba mi mente como una bala rompe la carne, ahí estaba triste. ¿En qué momento cambia? Ahora mismo el silencio lo veo como un vacío, como si no hubiese nada delante de mis párpados. Tampoco hay lágrimas, simplemente existo en mi insistencia de caminar por una vía que se presupone para mi edad, mi estatura, mi género y mis capacidades.
Qué tentación salir del camino y ser.
Entonces silencio en el vacío y bloqueo en la mente. Me siento pequeña, muy pequeña en una ciudad tan grande. También el pueblo. También en mi casa. También en mi habitación. También con la gente que me quiere. Pero es que incluso me siento pequeña en la inmensidad de mi ser.
Sé que el silencio de ahora va de la mano de un signo de interrogación y no sé si seré la única que siente la espiral de vacío en el interior. Otra paradoja. Esto será la vida adulta.
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