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¿Qué significan los silencios?

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     Esta mañana he salido a tender la ropa y, parada delante de una camiseta azul, me he puesto a reflexionar sobre lo pequeña que me sentía en el patio de luces de mi edificio. He mirado hacia arriba y he sentido cómo el techo azul celeste y las paredes altas y vigorosas de los edificios colindantes me engullían en la inmensidad de un espacio negro. El cielo estaba despejado pero la sensación era de un día muy nublado, el instante previo a la lluvia. Y de repente, de forma paradójica, solo escuchaba silencio.       No era capaz de escuchar ni el viento que bailaba entre las sábanas que estaban ya tendidas. Me ha parecido extraño. ¿Cómo puede ser que en una ciudad tan grande haya un silencio tan ensordecedor? Entonces me he preguntado si el silencio lo llevaba yo por dentro, porque era consciente de que la ciudad estaba viva. De hecho lo está, todos los días hay desfiles y las calles están adornadas con flores de todos los colores. La ciudad está gritando y yo no la escucho. O no soy

Intermitente (II)

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 El silencio llega a ser ensordecedor por momentos aunque yo misma he decidido abrazar la soledad unos instantes. Unas horas. Unos días. No sé cuándo se va a disipar la niebla que pasea por mi mente estos meses y que siento que cada vez va más in crescendo . ¿Cuándo para un sentimiento que no controlas y que te hace daño? ¿Y si tengo que aprender a vivir con esta sensación? Me sigo sintiendo en la barca en la que me describí hace semanas, viendo el egoísmo de la gente, la indiferencia, sintiendo a todo el mundo lejano a mí, y aunque sé que hay gente que está , que me mira, que me siente presente, no puedo evitar sentir frío con todos y con todo. No puedo evitar sentir un vacío en el pecho cada vez que me miro al espejo y se desdibuja la imagen que tengo en mi mente con la que se refleja. No soy yo. Siento mi vida como una paradoja. Estoy pero no estoy.  Muchas veces me siento mera espectadora de mis acciones, desde dentro de mi cabeza observo, siento, grito, me lamento y por mucho que

Cansancio

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Últimamente pienso mucho en cómo actúa la gente.  En cómo las personas van y vienen de tu vida, saliendo y entrando como les da la gana sin importar cómo dejan el desorden que tú misma tienes dentro. Muchas veces me reprocho a mi misma "Tendrías que ser más egoísta con todos y con todo" y por mucho que lo intentas siempre piensas más en contentar a todo el mundo antes que a ti misma cuando ese es el principal error, dejarte perder a ti en lugar de a los demás. Pienso mucho en lo sencillo que sería todo si todos actuasen bien , aunque el significado de bien tenga distintas acepciones según quién o qué lo maneje. Quizás nos metemos en cuestiones filosóficas pensando en si el hombre es bueno por naturaleza o no, en el concepto del bien , pero es en lo que pienso muchas veces en las últimas semanas, en por qué la gente no puede ser buena, buena en el sentido de hacer para si misma sin hacer daño a los demás. Supongo que la sociedad no funciona así, se crea trepando unos sobre otr

Huir

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 ¿Está mal salir corriendo cuando sientes que todo a tu al rededor se cae a pedazos? ¿Es bueno el sentimiento de querer irse lejos y evadirte de tu mundo hasta que te cures por dentro? Veo como cae el sol por la ventanilla del copiloto y casi no puedo reprimir las ganas de llegar a un sitio que nunca creí que llamaría casa. No es hogar, son conceptos diferentes, pero sí me siento lo bastante segura para decir que me siento en casa. El sol se esconde y parece que yo también.  Siento que me escondo, que huyo de la realidad, de las cosas a las que me tengo que enfrentar y al mismo tiempo también siento que es lo que tengo que hacer para que mi mente se quede en blanco y descanse. Es un sentimiento egoísta pero estar mirando siempre por los demás agota. Así que necesito irme. No sé dónde. No sé en qué momento del camino me pararé, miraré atrás y sentiré que todo está curado, o por lo menos que he aprendido a ver las cosas de otra manera, a que dejen de afectarme tanto, a dejar de escuchar

Recursos bibliográficos y audiovisuales del periodo II República-Guerra Civil- Franquismo

MONOGRAFÍAS BERLÍN, Fernando (2006). Héroes de los dos bandos . 251 pp. ISBN: 84-8460-520-5 JACKSON, Gabriel (1965). La República española y la Guerra Civil . Barcelona: Booket. 606 pp. ISBN: 9788408055006 LOROUSSO, Isabella (2018). Mujeres en lucha . Altamarea. 246 pp. ISBN 978-84-9483-358-8 MAGNUS ENZENSBERGER, Hans (1972). El corto verano de la anarquía: Vida y muerte de Durruti . Barcelona: Anagrama. 276 págs. ISBN 978-84-339-6706-0 ORWELL, George (1938). Homenaje a Cataluña . Barcelona: Debolsillo. 271 pp. ISBN: 978-84-9989-087-6 PRESTON, Paul (1986). La guerra civil española . Barcelona: Debolsillo. 399 pp. ISBN: 978-84-663-3948-3 CÓMICS PRESTON, Paul (escritor). GARCÍA, José Pablo (dibujante). (2002). La guerra civil española . Debate Historia. ISBN: 978-84-9992-603-2 NOVELAS BASADAS EN ESTE PERIODO BAREA, Arturo. (1941-1946). La forja de un rebelde (trilogía). Debolsillo. ISBN: 978-84-9793-993-5 DELIBES, Miguel (1981). Los santos inocentes .  CHACÓN, Dulce (2002). La voz dormi
Dice la gente que uno tiene que irse lejos para encontrarse. Yo me fui hace un tiempo y me encontré. Me di cuenta que yo ya era la persona que creía que debía dejar atrás.  Antes de irme me costaba encontrar las cosas bonitas de un lugar pequeño porque me habían enseñado que lo bueno no estaba ahí. Las oportunidades estaban fuera. Pero lo único que encontré era frío y un vacío enorme en el pecho que no entendía. Y tuve que irme para darme cuenta de lo feliz que me hacía la tranquilidad y la sencillez de un campo silencioso al atardecer. Cuando estuve fuera, cuando estuve lejos, eché de menos la brisa del mar que no me había gustado nunca. Eché de menos personas, sensaciones y colores. El azul, el verde, el marrón. La ciudad me parecía un sitio gris, con mucho ruido, casi sin aire porque sentía que me ahogaba.  Lejos me encontré pero yo me sentía fuera de lugar. Entendí el significado de lo que era la palabra hogar y no son cuatro paredes de ladrillo. Aprendí que son unos brazos

Aguas en calma

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  Hace unos días la hermana de Ana publicó una foto en un rincón de las Lagunas al que le tengo especial cariño. Me puse nerviosa al ver que había podido entrar porque la última vez que intenté entrar a ese rinconcito la valla estaba cerrada. Incluso habían cerrado el trozo de alambrada por el que solía colarme. Me llevé una decepción bastante grande la última vez que llegué y vi que me habían quitado el lugar al que ir y sentirme tranquila. Le pregunté a Ana si se podía pasar por ahí como antes y me dijo que el trozo de alambrada volvía a estar abierto. Desde entonces siento unas ganas terribles de ir a ese sitio y sentarme en la roca que hay en el primer saliente a mano derecha. Sentarme ahí y simplemente dejar que pase el tiempo mientras el viento me acaria el rostro y dejo que me cierre los ojos. A ese sitio se puede acceder desde mi pueblo, andando entre los huertos por caminos de tierra medio asfaltados o sin asfaltar. Hace mucho tiempo que no cojo ese camino sola, porque una vez