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Mostrando entradas de 2018

Hoy no quiero ser valiente; quiero ser libre

Cerca de mi pueblo hay un paraje natural por el que la gente suele hacer actividades de deporte. He ido muchas veces con mi familia, con mis amigos, con mi novio, e incluso yo sola. He de decir que es un sitio al que me gusta ir, donde puedo respirar tranquilamente y cerrar los ojos. Pero hace un tiempo que ese lugar ya no es paz ni tranquilidad. Una tarde de verano una amiga y yo estábamos aburridas en casa y decidimos calzarnos los deportivos y salir a andar, como habíamos hecho otras veces.Salimos temprano en una hora que no hiciera mucho calor pero procurando que no fuera muy tarde para no volver de noche. Conforme nos alejamos del pueblo aun quedan casas a las afueras pero en un momento el camino deja de estar asfaltado y empieza a ser de tierra y los laterales se cubren de matorrales. Aquel día, cuando llegamos al borde del agua, donde hay un trozo de tierra que divide la laguna en dos, nos dimos cuenta de que no habíamos sido las únicas que habían decidido pasar la tarde en l

Gente que viene y va

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Hace un par de años, en el colegio, conocí a una chica. Recuerdo que era muy alta (aunque, claro, desde mi estatura todo es muy alto). Con flequillo. Gafas. El pelo rizado. Muy mona. Yo hacía un año o dos que había llegado nueva a esa colegio, había hecho muchos amigos nuevos, y ella acababa de llegar. Había estado en otros sitios antes y en el futuro seguiría recorriendo mundo. Aunque por ese momento aun no lo sabía... La admiro. Siempre ha sido una aventurera. Pero sigamos por donde íbamos: nos hicimos amigas. Pero de esas amigas que van a todos sitios juntas: con la que juegas a las barbies, cantas en el sing star hasta dejarte la garganta, te tiras horas muertas en tu habitación hablando, que te acogen, que te hacen sentir en casa, que su familia es la tuya y viceversa.  Pero tiempo después por circunstancias de la vida, tonterías de niñas pequeñas, dejamos de hablarnos. No sé si nos llegamos a pelear o algo pero el caso es que perdimos hasta el contacto. Años después nos p

Cuadernos incompletos

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Estaba buscando una cosa por los cajones de mi habitación, la de mi casa, y me he topado con un pequeño cuaderno. Lo he abierto. Dentro había hojas arrancadas, tachones, frases que gritaban y otras que lloraban. He cerrado el cajón, me he sentado en la cama y he empezado a leer. Me he estremecido con la dureza de mis palabras. Pero no puedo negar lo que hay mío en cada una de ellas.Vivo en mis cuadernos. Las fotos son apariencia y las letras transparencia. Mi habitación está llena de esos cuadernos de hojas arrancadas y de tachones. No hay libreta virgen. Todas tienen tinta. Son esos cuadernos que te regalan por tu cumpleaños, por Navidad, por algo especial. Quizás el que te lo regala te lo regala por regalar pensando que quizás no lo utilices nunca pero en mi caso son cuadernos salvavidas. A veces tengo la necesidad de escribir, necesidad como algo imperante que me obliga; cuando no sé decírlo con las palabras que salen de mis labios, cuando no sé llorarlo porque las lágri

Recuerdos compartidos

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Cuando he llegado del trabajo mi vecina, una mujer mayor que ronda los 90 años, me ha parado en la puerta de casa y me ha dicho que me tenía que contar una cosa. Ella estaba sentada como todas las tardes en la puerta de su casa, rodeada de sillas en las que más tarde se sentarán las otras vecinas, con las que estará varías horas hablando y riendo. Mi vecina me ha dicho que había encontrado los cuadernos de poesía que escribía cuando era joven y que sabía que a mí me gustaba leer y escribir y que cuando quisiera me los dejaría. Me ha contado que a ella también le gustaba escribir cuando era más joven pero que seguramente sus escritos estarían llenos de faltas de ortografía porque a ella nunca le habían enseñado ni a leer ni a escribir pero las ganas que ella tenía de aprender habían podido con ello y había aprendido por su cuenta. Me ha dicho que aun hoy en día sigue escribiendo y pasando poesía a mano de unos cuadernos a otros, que le apasiona. Dice que le han dicho si es que ahora a

Hoy he sentido miedo

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Hoy he sentido miedo de salir a la calle. Hoy y todos los días... para qué engañarnos Y es una puta mierda vivir con miedo Miedo de hacer algo tan normal como pasear. Y lo peor es que no solo yo tengo  miedo. Sé que mi vecina también. Y la chica que vive en el piso de enfrente. Y todas mis amigas. La mitad de la población al fin y al cabo. Exageradas nos dicen algunos. ¡Exageradas mis ovarios! Exageradas porque nos pitan, porque nos tocan, porque nos siguen. Desconocidos disfrazados con sonrisas amables pero con cuchillos y alfileres en los ojos. Que la culpa termina siendo nuestra. Porque iba muy provocativa. Porque iba por un sitio que no debía. Porque era mujer al fin y al cabo. Pero la culpa la tienen aquellos que creen que tienen derecho sobre mí. Sobre mi cuerpo. Que es mío y de nadie más. Los que creen que la mujer es el sexo débil. Los que creen tener poder pero son monstruos que aparecen en las pesadillas. Hoy he sentido miedo y he corrido. Por mi vid

En la pista de baile

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Ahora mismo me apetece apoyar la cabeza en tu pecho y dejar caer las manos sobre tus hombros. Y no dormir. Que para dormir ya están las noches que no estás en mi cama.   Así que vamos a bailar. Vamos a bailar. Por favor.  Rápido. Lento. Y créeme si te digo que no hace falta música porque sentirte respirar en mi oído ya es una melodía. Esta es una de mis manías a la 1 de la mañana, despierta entre las sábanas, echándote de menos, diciéndole a mis brazos que aun no te pueden rodear. Que sean pacientes. Que en nada te tendrán entre ellos. Pero cómo decirles eso si me están pidiendo a gritos sentir tu piel junto a la mía. Y dar un paso a la derecha.  Tus manos en mis caderas y mi cintura que se mueve a tu ritmo. Y otro paso a la izquierda. Abrir y cerrar las piernas en un silencio que lo inunda todo.  La oscuridad que me engulle. Las respiraciones entrecortadas. No puedo no mirarte mientras tú me clavas la mirada y me sientes tan profundo. Y te miro. Y claro que te mi

Calidez

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A veces me sonríes y me desarmas. Te lo juro. Y cuando lo haces con la mirada, sonreír, lo típico de que se me para el mundo y que me dejas sin aire pero sobre todo la tranquilidad, y felicidad , que me transmites.  Ha sido difícil a veces, lo de echarte de menos y  echar de menos el abrigo de tus brazos y tener más cerca una chaqueta para ponerme.  Pero hemos ido aprendiendo a soportar el frío y a guardarnos el calor para las sonrisas nerviosas que nos dedicamos después de un tiempo. Que los besos y las caricias aprenden a quererse y los cuerpos a temblar y no de frío. E incluso nosotros hemos ido aprendiendo a querernos. Poco a poco. Incluso las imperfecciones. Las que me miro en el espejo y tú borras con la suavidad de tus labios. Porque querer al fin y al cabo es eso: amar los defectos y las cicatrices, el pasado y las lágrimas. Y convertirlo todo en risas, o intentarlo,  que se quedarán para siempre en mi almohada, en la comisura de tus labios y en el instante en el qu

Estaciones

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He visto más abrazos tristes en las estaciones de los que me gustaría admitir. Abrazos de personas que se quieren pero que se tienen que separar. Y qué punzada en el lado izquierdo del pecho. Sí. En el corazón. También he visto gente llorar mientras la persona de enfrente le desdibujaba las lágrimas con sus dedos, le acariciaba el rostro y le susurraba que no llorara. Pero hay palabras que por muy buenas intenciones que lleven consigo no calman las tormentas de dentro. Y también he sentido nudos en la garganta mientras alzaba la mano para despedirme de los que me echarían de menos durante un tiempo. Manos en el cristal. Gotas de lluvia deslizándose lentamente. Y más de 3 horas hasta llegar a la rutina. Otra tarde entre Granada y el paso lento de las nubes en el cristal. La nieve que cubría los campos andaluces entre Granada y Almería ha dejado paso a las amapolas que lo inundan todo formando océanos de tinta roja acompañados del verde de las hojas de los arboles y de la hierb

Parar y respirar

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A veces, desde la gran ciudad, se echa de menos parar y respirar. Pero aire puro y fresco de ese que la contaminación de los coches y las fábricas no deja correr por las calles. Y se echan de menos caminos y senderos. En los que te pierdes pero te terminas encontrando. Y se llegan a echar de más las calles asfaltadas y las sonrisas artificiales de la gente.  En ocasiones te insinúan que echar de menos está mal pero echar de menos es inevitable. Que tienes que ser fuerte. Echas de menos aunque seas fuerte. Porque lo eres. Y sabes que has aprendido a ser valiente y a ponerte armaduras aunque otros se empeñen en pensar que sigues siendo delicada como los pétalos de las flores del jardín que hay debajo de casa. Pero echas de menos porque no todos los brazos saben calmar tus tormentas igual de bien Y no todos los corazones laten de la misma manera. Y echas de menos los suspiros y las risas a las tantas de la madrugada entre las sábanas E incluso llegas a echarte de menos a

Granada a mis pies

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Granada a mis pies y yo sintiéndome tan pequeña. La ciudad de noche con las estrellas en sus calles, y en el cielo solo dos luceros brillando tímidamente. La Fortaleza Roja delante que me mira y me deslumbra. No por las luces que iluminan su fachada, si no por su belleza. La Alhambra luce distinta de noche. A estas horas el paisaje verde de sus alrededores no la  oculta y resplandece y brilla como una estrella más en la ciudad. El murmullo de los atrevidos que rondan la plaza que admira a la Alhambra se confunde con el silencio que inunda el mirador. Los ruidos lejanos de la ciudad y del día. El silencio inusual. San Nicolás que durante el día acoge a medio mundo y por la noche solo a las almas perdidas. Una guitarra suena suavemente mientras dos enamorados se besan en un banco. Y vaya espectáculo de luces e Historia se están perdiendo por tener los ojos cerrados mientras bailan sus lenguas. Aunque no les culpo. La magia lo envuelve todo. Y cada cual mira al monumento que qui

Escribir un martes

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Empecé a escribir un martes y hasta domingo no terminé de describirte. O eso pensé. Me creía artista esculpiendo cada línea de tu rostro y versando cada estrella de tu espalda. Y qué tontería...  Si la magia que transmites nunca la podré plasmar con palabras. Hoy vuelve a ser martes y me apetece escribir (como siempre). Teclear palabras es darte los abrazos que no te puedo dar pero que te daré. Claro que te daré. Y sentirte cerca. Hoy es martes y te escribo. En mi mente trazo las líneas de toda tu figura. Y mis manos en tus espalda. Y mis labios que le siguen. Ojalá cuando me abrazas y me dices que no me vas a soltar fuera de verdad. Porque hace frío de noche y las mantas no me calman.Y ojalá fuera tan fácil cerrar los ojos y sentir que estoy entre tus brazos cuando necesito olvidarme de todo. Que no sabes el calor que dan cuando me arropan. Y la complicidad de tus besos en la frente. Que me hacen decirle adiós al mundo. Y la tranquilidad de hundir la cabeza en tu p

Donde brillan las estrellas

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Es raro que hoy la casa esté tan silenciosa. Ni siquiera hay estrellas brillando en el cielo pero sí resplandecen las luces en la ciudad. Y ojalá fuera al revés. Porque el cielo está vacío de estrellas y la luna, menguante, a penas se atreve a asomarse a ver el concierto de las calles abarrotadas de coches. Van Gogh no podría pintar cuadros en esta ciudad sin sueño. Tengo la ventana abierta y, aunque no hace frío, la cierro. Me cansa ver el paisaje monótono de edificios que compiten por ver cual de todos es más alto. Suspiro . Te echo de menos. Aunque eso no es ninguna novedad. Tumbada en la cama cierro los ojos y te acaricio la punta de la nariz con los labios. Te doy un beso detrás de otro. Pero despacito. Que quiero saborear cada centímetro que lleva tu nombre. O por lo menos lo imagino. Porque me gusta imaginarte. Y moldearte en el aire. Qué manía de ser tan escurridizo como el viento. Alargo los brazos para acercarme a ti y no me topo con nada. Ese es el problema. Que oja

Reseña: Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo

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Título : Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo. Autor : Albert Espinosa Editorial : Penguin Random House Group Editorial Número de páginas : 204 Género : Ficción, literatura contemporánea. ISBN: 978-84-9908-783-2 Sinopsis : Marcos acaba de perder a su madre, una reconocida bailarina que le ha enseñado todo en la vida, y decide que su mundo ya no puede ser igual sin ella. Justo en el momento en que va a dar un giro a su vida, una llamada de teléfono cambia radicalmente los acontecimientos. Opinión personal: No quiero empezar con lo típico de "me ha gustado mucho este libro" o cosas de ese tipo pero la verdad es que sí, me ha gustado mucho.  Me gusta leer de todo aunque la verdad es que llevaba mucho tiempo sin leer literatura de este tipo, en plan fantástica o de ficción. Aunque digo que es de ficción porque he leído en algunas reseñas y descripciones que está catalogada en este género aunque a mí me ha parecido más realista de lo q

Por querer yo quiero quererte

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Yo no quiero besos bajo la lluvia Yo los quiero bajo las mantas Y tus dedos jugueteando en mi pelo Y mis mechones despeinados Y reírnos Yo no quiero que me peines Quiero que me despeines Mientras lo hacemos Y gemimos Y nos queremos Yo no quiero una ducha rápida Quiero pasar un buen rato en la bañera Jugando con la espuma y nuestros dedos Que se entrelazan y se resbalan Y descubren caminos entre tu piel y la mía Yo no quiero ver tu cara a través de una pantalla  Ni escuchar tu voz a través del teléfono Quiero verla con mis ojos Quiero que me susurres al oído Y poder tocarte Que quiero tocarte hasta que me quemes Que lo haces Porque tu piel es fuego que me incendia Y me quema Y me prende Quiero que recorras toda mi piel Como si fuera un mapa Y me beses Y me acaricies Y me hagas ver las estrellas con los ojos cerrados  Quiero quererte hasta que me estalle el pecho De quererte tanto como te quiero Que quererte me quita el miedo Que

Calma

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Antes de bajar la persiana veo dos estrellas que brillan tímidamente y la luna que las acompaña en un cielo despejado. Ya no hay nubes. Al final va a ser verdad que después de la tormenta siempre llega la calma. Pero para qué quiero ver el cielo en una ciudad que brilla por si sola si su luz me tapa casi todas las estrellas. Prefiero cerrar los ojos y dejar que la brisa me acaricie lentamente la cara. O quizás es una mano. Y me revuelve el pelo con la punta de sus dedos , que se enredan entre mis mechones castaños y juguetea con ellos. Y sonrío tímidamente. Ya ves, como las estrellas que me imagino que brillan allí arriba. El viento me devuelve la calma. O quizás es su respiración entrecortada en mi oreja y sus dedos acariciándome lentamente el pecho con ternura. El viento. Los caminos cálidos entre su boca y sus caderas, pero a mí me gusta aventurarme más allá. Que me quite el frío y que me haga temblar y asumo la sucesión de actos que desencadenan el caos: Mordiscos su

Con las ganas

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 Querer abrazar y no poder hacerlo duele. A veces es hasta algo físico. El pecho. El corazón. Que se te clavan las espinas. El aire que lleva veneno, que me ahoga, que me asfixia. Querer abrazar y no poder hacerlo es hacer una pregunta sin tener respuesta. Es algo vacío, desinflar un globo, quedarme sin aire. Sentirme vacía. Mis brazos inútiles, sin nada que rodear. ¿Y cuándo lo necesitas? Y esa persona está a tantos kilómetros que no te lo puede dar... Y solo te queda aguantarte, reprimir las ganas y guardar en el bolsillo todos los abrazos que no has dado pero que darás  y contar mentalmente los días que quedan para que esos brazos te rodeen y esos labios te besen la frente, cierres los ojos, inspires fuertemente con la nariz pegada a su ropa, o a su piel, y te sientas como en casa. Sin el como. Pero tú siempre estás ahí. Siempre. Y hoy tengo ganas de dormir abrazada a ti y llenarte la cara de besos . Bueno, hoy y siempre, para qué engañarnos.  Y mañana tendré ganas de tu

Martes con lluvia

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He levantado la persiana y he visto cómo caía la lluvia sobre Cartuja. Lo primero que he pensado es que ojalá haberme levantado contigo con la lluvia de fondo. Y acostarme. Que se nos pegaran las sábanas y tus besos de por medio haciendo de despertador, arrancando la pereza de cuajo. Lo segundo que he pensado es que vaya mierda de día, que iría cargada con la mochila, con la comida y con el paraguas hasta la facultad y que hoy, que es martes , llegaría más tarde a casa. El martes es el peor día de la semana. Ya ves, está lloviendo. Y además es martes y 13. Al final he salido de casa sin el paraguas y con los bolsillos de la chaqueta pillados con la cremallera. Ya ves, desastre de día y de persona. Y en la parada del bus se ha puesto a llover . Y yo sin paraguas. Y el bus que no viene. Hoy tampoco coincidiré con Alejandra, como de costumbre, pero luego llegará a clase con una sonrisa, como siempre. Aunque, la verdad, me gustan más los martes que los lunes porque los martes están má

Hace seis meses

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Hace seis meses cogí una maleta y varias cajas con mis cosas y me fui a otra ciudad, a unos 300 kilómetros de mi casa.  Lejos de todo lo que una chica de 18 años conoce porque no ha estado más de una semana fuera de su casa, sin abrazar a sus padres, sin pelearse con su hermano, sin ir a visitar a sus abuelos a casa, sin reír hasta las tantas con sus amigos. Hace seis meses no sabía nada de la vida. Ahora tampoco pero vamos tirando. Hace seis meses me llené la cabeza de pájaros, me líe la manta a la cabeza y me dije a mi misma que todo iría bien. No sabía que aunque intentara autoconvencerme los días no pasarían tan rápido como quería y nunca he llorado tanto como el primer mes que estuve separada de todo lo que conocía hasta entonces. Crees ser valiente por irte fuera de casa al empezar la universidad, y en parte lo eres porque has conseguido dar el paso: una vez que te empujan al vacío ya no hay vuelta atrás. Y de repente estás en Granada, empezando una carrera, preguntándote todo

Magia

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Mirarte y sentir que no hay nada más alrededor Que el mundo se acaba o que incluso empieza contigo. Que qué más da si estás tú y la nada que qué más da si nos perdemos juntos y qué más da aun si no nos encuentran. Qué más dará si lloramos si son lágrimas de alegría si son pedacitos nuestros. Es que, ¿sabes esa sensación de que una persona te transmita tantísimo con solo mirarte, con dedicarte una sonrisa, con susurrarte unas palabras, que te entran ganas de llorar? Pero de felicidad. De alegría. De decir  "joder, qué bien me siento a tu lado", "qué suerte tengo de tenerte". Que las mariposas se ponen de acuerdo para revolotear en mi estómago al mismo tiempo. Que explotan las emociones en mi interior como si de fuegos artificiales se tratara. Que es fuego que me quema, que me enciende. Es una sensación increíble. Es hacer el amor de otra manera. Mirando a los ojos. Eso es magia. Pero no es solo esa persona. Son también los recuerdos compartidos. Las risa