Resaca del domingo por la mañana
Alguien podría salir un sábado por la noche con una cámara y pasear por los sitios donde los jóvenes suelen ir de fiesta que la estampa que se van a encontrar es muy pintoresca...
Pero que no se preocupe el fotógrafo si decide salir porque no tiene que pagar la entrada de ningún local; para su fortuna, y no para la de los vecinos de la zona, el lugar de reunión preferido de la manada es el parking cuando van de discoteca. La música y la fiesta pueden estar dentro pero el botellón fuera y el hielo se derrite y la bebida se tiene que tomar rápido. Lástima que los jóvenes no utilicen el alcohol o las drogas con la misma finalidad que los poetas malditos, los bohemios, quienes con un vaso de absenta (o la botella entera) y unos papeles hacían maravillas y verdaderas obras de arte. Lamentablemente, lo único que puede salir de esos jóvenes es vómito porque ya sabéis: mejor fuera que dentro y así después te sientes mejor. Pero si miras a tu al rededor el panorama se extiende más allá; a parte de los vómitos ves a gente por los rincones llorando porque echa de menos a alguien -o de más-, dos personas pegándose el lote y mostrando su amor a todo el mundo -porque, ya ves, la vergüenza de las acciones se pierde cuando no eres consciente-, otras cuantas alrededor formando un círculo animando una pelea, otros tirados por el suelo, durmiendo -o quizás en coma etílico-... Así que sí, podríamos decir que la situación es un cuadro. Quizás, si Goya estuviera vivo, pintaría a los alcohólicos prematuros. Quizás Valle-Inclán escribiría otro esperpento sobre nuestros adolescentes de hoy en día.
Me da pena y me enfada, porque ya ha dejado de sorprenderme, que se prefiera gastar el dinero en una botella antes que en una entrada de teatro, que no se pueda ir de viaje o salir con los amigos sin que alguien formule la pregunta que no puede faltar; ¿compramos alcohol? respaldándolo con un claro, es que así lo pasamos mejor. Eliges la fiesta un sábado por la noche, diversión de unas horas, a cambio de pasarte un domingo por la mañana queriendo morirte (literalmente).
Pero lo peor es que esto no es lo raro. Lo raro es el que no quiere beber, el que piensa que es un deporte de locos el a ver quién bebe más. Y a ese lo miran mal los adolescentes, la sociedad, esa misma que juzga a las personas por ser altos, gordos, feos, delgados o personas simplemente. Pero no te preocupes amigo, resiste, aunque no sea una tarea fácil, pero tu hígado te lo agradecerá algún día.
Que yo no digo que no quieras evadirte un rato de este mundo de locos, alejarte de la realidad unos instantes pero no lo hagas con la botella entera. Y si lo haces, hazlo por decisión propia no por infuencia de terceros.
Ay amigos, cómo está cambiando la sociedad que ahora los niños no vienen con una barra de pan debajo del brazo; vienen con una botella de whisky.
Pero que no se preocupe el fotógrafo si decide salir porque no tiene que pagar la entrada de ningún local; para su fortuna, y no para la de los vecinos de la zona, el lugar de reunión preferido de la manada es el parking cuando van de discoteca. La música y la fiesta pueden estar dentro pero el botellón fuera y el hielo se derrite y la bebida se tiene que tomar rápido. Lástima que los jóvenes no utilicen el alcohol o las drogas con la misma finalidad que los poetas malditos, los bohemios, quienes con un vaso de absenta (o la botella entera) y unos papeles hacían maravillas y verdaderas obras de arte. Lamentablemente, lo único que puede salir de esos jóvenes es vómito porque ya sabéis: mejor fuera que dentro y así después te sientes mejor. Pero si miras a tu al rededor el panorama se extiende más allá; a parte de los vómitos ves a gente por los rincones llorando porque echa de menos a alguien -o de más-, dos personas pegándose el lote y mostrando su amor a todo el mundo -porque, ya ves, la vergüenza de las acciones se pierde cuando no eres consciente-, otras cuantas alrededor formando un círculo animando una pelea, otros tirados por el suelo, durmiendo -o quizás en coma etílico-... Así que sí, podríamos decir que la situación es un cuadro. Quizás, si Goya estuviera vivo, pintaría a los alcohólicos prematuros. Quizás Valle-Inclán escribiría otro esperpento sobre nuestros adolescentes de hoy en día.
Me da pena y me enfada, porque ya ha dejado de sorprenderme, que se prefiera gastar el dinero en una botella antes que en una entrada de teatro, que no se pueda ir de viaje o salir con los amigos sin que alguien formule la pregunta que no puede faltar; ¿compramos alcohol? respaldándolo con un claro, es que así lo pasamos mejor. Eliges la fiesta un sábado por la noche, diversión de unas horas, a cambio de pasarte un domingo por la mañana queriendo morirte (literalmente).
Pero lo peor es que esto no es lo raro. Lo raro es el que no quiere beber, el que piensa que es un deporte de locos el a ver quién bebe más. Y a ese lo miran mal los adolescentes, la sociedad, esa misma que juzga a las personas por ser altos, gordos, feos, delgados o personas simplemente. Pero no te preocupes amigo, resiste, aunque no sea una tarea fácil, pero tu hígado te lo agradecerá algún día.
Que yo no digo que no quieras evadirte un rato de este mundo de locos, alejarte de la realidad unos instantes pero no lo hagas con la botella entera. Y si lo haces, hazlo por decisión propia no por infuencia de terceros.
Ay amigos, cómo está cambiando la sociedad que ahora los niños no vienen con una barra de pan debajo del brazo; vienen con una botella de whisky.
Comentarios
Publicar un comentario