Despedidas
Si me preguntan por amor una sensación de nostalgia y tristeza me
invade y vienes a mi mente. No sé a quién echo más de menos, si a ti o a
tu forma de
ser; si a ti o a tu risa; si a ti o a tus palabras. Diré que te echo de
menos a
ti por completo, a todo tu ser, a todo lo tuyo, a todo lo nuestro, que
no
existió pero que flotaba en el aire, en el aire en el que te movías.
¡Por qué
eso es lo que eres! Viento. Eres viento que vas y vienes, cuando
quieres, a tu
antojo, que me haces volar y me arrastras como si fuera, no sé, una
hoja. Me
elevas a lo alto y me dejas caer de repente. Así eras, un tornado, un
torbellino que me arrasaba y no dejaba nada de mí.
Me sacas a bailar,
me llevas a tu ritmo. Te sigo, te siento, te odio, te amo. Todo en ese orden. A
veces a la inversa. La música suena de fondo pero mis oídos solo escuchan tus
susurros que me guían por la pista de baile, que me mueven, que me hacen sentir
viva y sentirte vivo a ti y sentirnos vivos a los dos. Tu mano sobre mi cadera,
mi cabeza apoyada en tu hombro y si cierro los ojos casi puedo sentirte de
verdad.
Te me clavas en la
piel y me haces daño pero no siento el dolor. Y todos me lo dicen, que me estás
clavando las espinas, que me haces sangrar, pero estoy ciega, me nublas la
vista. No lo veo, no te veo. Me encierro en mi mundo y casi logro vivir de las
fantasías, de los cuentos de hadas en los que tú eres el héroe pero no es
así... No es así, no es así. Eres un mero personaje que no es nada en esta
historia, un espejismo que te desvaneces rápidamente cuando voy a tocarte, no
eres real. Un capítulo, una página, un párrafo o una línea y adiós.
De nadie fue la
culpa, de nadie fue la decisión, te fuiste porque sí y poco a poco te llevaste
contigo mis ganas de describirte entre mis escritos, de mencionarte en una
línea, de dedicarte una palabra.
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