Efímero (II)

  (Te) escribo porque no encuentro modo alguno de olvidarte, de intentar que los días no pasen. Vivo intentando detener el tiempo y cada instante pero bien sé que es un imposible. Ya ves, como tú.
  Me dueles. Te me clavas. Me arañas. Tú y tu nombre. Tú y tu todo. Tú y la nada. Tú y tú.
  El tiempo, las agujas del reloj, los tick tack a contratiempo, los suspiros, los susurros, las palabras nunca dichas: tus espinas. O las mías. Las mías.
  Eres un cielo estrellado, tan brillante, tan misterioso, tan lejano... Y te veo desde la tierra. Extiendo la mano y ni siquiera te rozo. Intento sentirte pero solo llego a imaginarte. Y te imagino de todas las formas. En blanco y negro. Roto. Entero. Real. Pero intangible al fin y al cabo.
  Lo prohibido es tentador y yo no suelo saltarme las normas, pero brillas tanto en la oscuridad que eres imposible. Tus destellos que me ciegan y tu maldita manía de no apagarte.
  Pero la culpa no es de nadie, tan solo mía porque en mi universo estamos yo y mi estúpida idea de querer(te) ser astronauta para llegar al infinito, al imposible, a tocar las estrellas, a tocarte.
  Después tan solo consigo quemarme con la fría realidad.

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