Recuerdos compartidos

Cuando he llegado del trabajo mi vecina, una mujer mayor que ronda los 90 años, me ha parado en la puerta de casa y me ha dicho que me tenía que contar una cosa. Ella estaba sentada como todas las tardes en la puerta de su casa, rodeada de sillas en las que más tarde se sentarán las otras vecinas, con las que estará varías horas hablando y riendo.
Mi vecina me ha dicho que había encontrado los cuadernos de poesía que escribía cuando era joven y que sabía que a mí me gustaba leer y escribir y que cuando quisiera me los dejaría. Me ha contado que a ella también le gustaba escribir cuando era más joven pero que seguramente sus escritos estarían llenos de faltas de ortografía porque a ella nunca le habían enseñado ni a leer ni a escribir pero las ganas que ella tenía de aprender habían podido con ello y había aprendido por su cuenta. Me ha dicho que aun hoy en día sigue escribiendo y pasando poesía a mano de unos cuadernos a otros, que le apasiona. Dice que le han dicho si es que ahora a la vejez se va a volver escritora y en mi mente se dibujaron varias palabras: "nunca es tarde".
Después me ha recitado un poema que le escribió su marido al poco tiempo de conocerse y la manera en la que lo hacía y al ternura y tranquilidad que transmitía su mirada me ha hecho casi sonreír sin darme cuenta. Y la verdad es que sin querer mi mente ha volado a los lugares de Córdoba que describían los versos y me he perdido un poco en historias de amores pasados. Y qué bonita la forma en la que ella recuerda a sus seres queridos, encadenándolos para siempre en versos llenos de besos y abrazos.
Mi vecina me ha dicho que era una pena que eso se perdiera algún día porque el paso del tiempo no había perdonado el papel donde lo había escrito aunque si el paso de las manecillas del reloj borraba las palabras ella siempre las llevaría en su mente.
Me he emocionado. A veces la gente decide abrirse contigo y no sabes bien por qué. Y consigue que los recuerdos a ti te pongan la piel de gallina.
Le he dicho que lo leería todo y que lo pasaría a ordenador.  Así, las miradas tiernas, tanto del pasado como del presente, seguirán existiendo un poco más de tiempo.
Mi vecina no paraba de decirme que no quería entretenerme pero ella no sabía lo agradecida que estaba de que compartiera esos recuerdos conmigo y me sacara un rato de la rutina diaria de ir con prisas a todos lados y el cansancio.
Tampoco sabe que me maravillan las pequeñas historias, que son grandes para cada uno. Es fascinante el hecho de que detrás de cada persona se escondan tantas historias y tantos caminos cruzados, algunos creen que insignificantes, pero todas las historias son importantes. Como las tuyas. Y como las mías.

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