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Hoy he sentido miedo

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Hoy he sentido miedo de salir a la calle. Hoy y todos los días... para qué engañarnos Y es una puta mierda vivir con miedo Miedo de hacer algo tan normal como pasear. Y lo peor es que no solo yo tengo  miedo. Sé que mi vecina también. Y la chica que vive en el piso de enfrente. Y todas mis amigas. La mitad de la población al fin y al cabo. Exageradas nos dicen algunos. ¡Exageradas mis ovarios! Exageradas porque nos pitan, porque nos tocan, porque nos siguen. Desconocidos disfrazados con sonrisas amables pero con cuchillos y alfileres en los ojos. Que la culpa termina siendo nuestra. Porque iba muy provocativa. Porque iba por un sitio que no debía. Porque era mujer al fin y al cabo. Pero la culpa la tienen aquellos que creen que tienen derecho sobre mí. Sobre mi cuerpo. Que es mío y de nadie más. Los que creen que la mujer es el sexo débil. Los que creen tener poder pero son monstruos que aparecen en las pesadillas. Hoy he sentido miedo y he corrido. Por mi...

En la pista de baile

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Ahora mismo me apetece apoyar la cabeza en tu pecho y dejar caer las manos sobre tus hombros. Y no dormir. Que para dormir ya están las noches que no estás en mi cama.   Así que vamos a bailar. Vamos a bailar. Por favor.  Rápido. Lento. Y créeme si te digo que no hace falta música porque sentirte respirar en mi oído ya es una melodía. Esta es una de mis manías a la 1 de la mañana, despierta entre las sábanas, echándote de menos, diciéndole a mis brazos que aun no te pueden rodear. Que sean pacientes. Que en nada te tendrán entre ellos. Pero cómo decirles eso si me están pidiendo a gritos sentir tu piel junto a la mía. Y dar un paso a la derecha.  Tus manos en mis caderas y mi cintura que se mueve a tu ritmo. Y otro paso a la izquierda. Abrir y cerrar las piernas en un silencio que lo inunda todo.  La oscuridad que me engulle. Las respiraciones entrecortadas. No puedo no mirarte mientras tú me clavas la mirada y me sientes tan profundo. Y te ...

Calidez

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A veces me sonríes y me desarmas. Te lo juro. Y cuando lo haces con la mirada, sonreír, lo típico de que se me para el mundo y que me dejas sin aire pero sobre todo la tranquilidad, y felicidad , que me transmites.  Ha sido difícil a veces, lo de echarte de menos y  echar de menos el abrigo de tus brazos y tener más cerca una chaqueta para ponerme.  Pero hemos ido aprendiendo a soportar el frío y a guardarnos el calor para las sonrisas nerviosas que nos dedicamos después de un tiempo. Que los besos y las caricias aprenden a quererse y los cuerpos a temblar y no de frío. E incluso nosotros hemos ido aprendiendo a querernos. Poco a poco. Incluso las imperfecciones. Las que me miro en el espejo y tú borras con la suavidad de tus labios. Porque querer al fin y al cabo es eso: amar los defectos y las cicatrices, el pasado y las lágrimas. Y convertirlo todo en risas, o intentarlo,  que se quedarán para siempre en mi almohada, en la comisura de tus labios y en e...

Estaciones

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He visto más abrazos tristes en las estaciones de los que me gustaría admitir. Abrazos de personas que se quieren pero que se tienen que separar. Y qué punzada en el lado izquierdo del pecho. Sí. En el corazón. También he visto gente llorar mientras la persona de enfrente le desdibujaba las lágrimas con sus dedos, le acariciaba el rostro y le susurraba que no llorara. Pero hay palabras que por muy buenas intenciones que lleven consigo no calman las tormentas de dentro. Y también he sentido nudos en la garganta mientras alzaba la mano para despedirme de los que me echarían de menos durante un tiempo. Manos en el cristal. Gotas de lluvia deslizándose lentamente. Y más de 3 horas hasta llegar a la rutina. Otra tarde entre Granada y el paso lento de las nubes en el cristal. La nieve que cubría los campos andaluces entre Granada y Almería ha dejado paso a las amapolas que lo inundan todo formando océanos de tinta roja acompañados del verde de las hojas de los arboles y de la hierb...

Parar y respirar

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A veces, desde la gran ciudad, se echa de menos parar y respirar. Pero aire puro y fresco de ese que la contaminación de los coches y las fábricas no deja correr por las calles. Y se echan de menos caminos y senderos. En los que te pierdes pero te terminas encontrando. Y se llegan a echar de más las calles asfaltadas y las sonrisas artificiales de la gente.  En ocasiones te insinúan que echar de menos está mal pero echar de menos es inevitable. Que tienes que ser fuerte. Echas de menos aunque seas fuerte. Porque lo eres. Y sabes que has aprendido a ser valiente y a ponerte armaduras aunque otros se empeñen en pensar que sigues siendo delicada como los pétalos de las flores del jardín que hay debajo de casa. Pero echas de menos porque no todos los brazos saben calmar tus tormentas igual de bien Y no todos los corazones laten de la misma manera. Y echas de menos los suspiros y las risas a las tantas de la madrugada entre las sábanas E incluso llegas a echarte de men...

Granada a mis pies

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Granada a mis pies y yo sintiéndome tan pequeña. La ciudad de noche con las estrellas en sus calles, y en el cielo solo dos luceros brillando tímidamente. La Fortaleza Roja delante que me mira y me deslumbra. No por las luces que iluminan su fachada, si no por su belleza. La Alhambra luce distinta de noche. A estas horas el paisaje verde de sus alrededores no la  oculta y resplandece y brilla como una estrella más en la ciudad. El murmullo de los atrevidos que rondan la plaza que admira a la Alhambra se confunde con el silencio que inunda el mirador. Los ruidos lejanos de la ciudad y del día. El silencio inusual. San Nicolás que durante el día acoge a medio mundo y por la noche solo a las almas perdidas. Una guitarra suena suavemente mientras dos enamorados se besan en un banco. Y vaya espectáculo de luces e Historia se están perdiendo por tener los ojos cerrados mientras bailan sus lenguas. Aunque no les culpo. La magia lo envuelve todo. Y cada cual mira al monumento que...

Escribir un martes

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Empecé a escribir un martes y hasta domingo no terminé de describirte. O eso pensé. Me creía artista esculpiendo cada línea de tu rostro y versando cada estrella de tu espalda. Y qué tontería...  Si la magia que transmites nunca la podré plasmar con palabras. Hoy vuelve a ser martes y me apetece escribir (como siempre). Teclear palabras es darte los abrazos que no te puedo dar pero que te daré. Claro que te daré. Y sentirte cerca. Hoy es martes y te escribo. En mi mente trazo las líneas de toda tu figura. Y mis manos en tus espalda. Y mis labios que le siguen. Ojalá cuando me abrazas y me dices que no me vas a soltar fuera de verdad. Porque hace frío de noche y las mantas no me calman.Y ojalá fuera tan fácil cerrar los ojos y sentir que estoy entre tus brazos cuando necesito olvidarme de todo. Que no sabes el calor que dan cuando me arropan. Y la complicidad de tus besos en la frente. Que me hacen decirle adiós al mundo. Y la tranquilidad de hundir la cabeza en ...