Escribir un martes

Empecé a escribir un martes y hasta domingo no terminé de describirte.
O eso pensé.
Me creía artista esculpiendo cada línea de tu rostro y versando cada estrella de tu espalda.
Y qué tontería...
 Si la magia que transmites nunca la podré plasmar con palabras.

Hoy vuelve a ser martes y me apetece escribir (como siempre).
Teclear palabras es darte los abrazos que no te puedo dar pero que te daré. Claro que te daré. Y sentirte cerca.

Hoy es martes y te escribo.
En mi mente trazo las líneas de toda tu figura.
Y mis manos en tus espalda.
Y mis labios que le siguen.

Ojalá cuando me abrazas y me dices que no me vas a soltar fuera de verdad. Porque hace frío de noche y las mantas no me calman.Y ojalá fuera tan fácil cerrar los ojos y sentir que estoy entre tus brazos cuando necesito olvidarme de todo.
Que no sabes el calor que dan cuando me arropan.
Y la complicidad de tus besos en la frente. Que me hacen decirle adiós al mundo.
Y la tranquilidad de hundir la cabeza en tu pecho. Ahí justo al lado de su corazón. Y a la par de tus latidos se me dibuja una sonrisa.
Y levantar la vista y ver que me estás mirando y la manía de mis dedos de  recorrer instintivamente cada x de tu mapa, caminando entre tus cejas y volviendo a dibujarte por si te difuminas con el viento.
Ojalá cuando me abrazas y me dices que no me vas a soltar lo hicieras de verdad.
Pero si me sueltas siempre me queda escribirte, y si no te escribo siempre me queda soñarte.

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